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TEXTIL, EL RESIDUO OLVIDADO

     España genera anualmente un millón de toneladas de residuos textiles  domésticos y solo un 10% es gestionado para reutilización y reciclaje 

    Cuando se habla de historia del reciclaje en España, viene inmediatamente a la mente la imagen de aquellos traperos que recorrían pueblos y ciudades en la posguerra civil para dar una segunda vida al textil que los ciudadanos dejaban de usar. ¿Cómo se ha podido pasar, en apenas 80 años, del aprovechamiento de cada prenda usada a desechar anualmente un millón de toneladas de textil, donde solo un 10% es recogido selectivamente por un gestor autorizado para promover su reutilización o reciclado?

    Mientras otros residuos sólidos urbanos han visto como sus porcentajes de reciclaje aumentaban exponencialmente con el sistema de recogida selectiva implantados por los entes locales, el textil ha sido el gran olvidado por las Administraciones Públicas. Hasta 2016, a través del Plan Estatal Marco de Residuos (PEMAR), ni tan siquiera se habían fijado objetivos de reciclaje para este material. Así, en 2020 la normativa establecía la meta de alcanzar la cifra de medio millón de toneladas de textiles reciclados. Una utopía teniendo en cuenta que según los últimos datos se desechan  10-14 kilos de ropa por persona/año y solo se recogen 1,5-2,5 kilos en contenedores de ropa.

    Además, según la Directiva 2018/851, de 30 de mayo de 2018, los Estados miembros establecerán una recogida separada para los textiles a más tardar el 1 de enero de 2025. En esa misma fecha, los objetivos de preparación para la reutilización y el reciclado de los residuos municipales  aumentarán  hasta un mínimo del 55% en peso.

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    Paralelamente al establecimiento de esos requerimientos por parte de la Unión Europea para iniciar la transición hacia un modelo de economía circular, una estrategia comercial, denominada ‘fast fashion’, provocó que entre los años 2000 y 2015 se duplicara la producción de prendas a nivel mundial, pasando de 50.000 millones a 100.000 millones, según el estudio “Una nueva economía textil: rediseñar el futuro de la moda“, de la Ellen Macarthur Foundation.

    Gema Gómez, fundadora y directora de la plataforma Slow Fashion Next, realizó un diagnóstico de la situación en el último Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA): “Podemos centrarnos en mejorar el sistema de reciclaje, pero si no nos enfocamos en la conciencia del consumidor, vamos directos al desastre. El ‘fast fashion’ ha pasado a ser ‘ultra fast fashion’ y las cifras de producción siguen aumentando en la medida en que el PIB de los mercados emergentes mejora”.

    Además, si a ello se une el notable descenso de la calidad de las materias primas empleadas en este tipo de ropa, hoy en día resulta una quimera para la industria textil, la segunda que más contamina del planeta, poner freno a ese círculo vicioso de producir-consumir-tirar.

    UNA SEGUNDA VIDA

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    Frente a esa espiral de consumo desaforado, se sitúan distintas organizaciones y empresas dedicadas a la recuperación de ropa usada que tratan de impulsar un modelo circular, alineado con las demandas de la Unión Europea.

    Para los recuperadores, el principal problema a la hora de incrementar las cifras de reciclaje reside en la propia composición de las prendas actuales. La mezcla de diferentes fibras (en el proceso de hilatura y tejido), los tratamientos especiales del tejido (en el proceso de acabados) o la mezcla de diferentes materiales (en el proceso de confección), así como la aparición de nuevos tejidos “técnicos” o “inteligentes”, que incorporan características específicas o que integran componentes innovadores —textiles o no (componentes eléctricos o electrónicos)— para ampliar las prestaciones de estos productos para sus usuarios y que van más allá de los usos habituales para los que fueron concebidos inicialmente, dificultan considerablemente su reutilización, su preparación para la reutilización o simplemente su proceso de reciclaje.

    En esa apuesta por la reutilización y el reciclaje se sitúa la Fundación Humana, con una trayectoria de más de 30 años especializada en dar una segunda vida al textil usado.

    Para que España pueda alcanzar los objetivos establecidos por la UE, no  ya el próximo año, sino que simplemente sea factible hacerlo, Humana ha elaborado una serie de soluciones urgentes. En primer lugar, explica, habría que poner mayor énfasis en la primera fase de la jerarquía de residuos (la prevención). En el sector textil, se debería promover mucho más activamente la transición del ‘fast fashion’ al ‘slow fashion’, haciendo referencia al consumo responsable, a través de campañas de sensibilización, concienciación y divulgativas. Para su implantación real, la implicación de las marcas es clave, señala la fundación.

    Además, se debe establecer un marco regulatorio claro y una serie de indicadores para el sector. En este sentido, actualmente existe una falta de armonización entre comunidades autónomas, tanto en lo referente a normas sobre la gestión del textil, como sobre los datos para poder valorar y seguir objetivamente la evolución de los resultados de este sector.

    Por otro lado, para acercar el reciclaje al ciudadano, señalan, hay que incrementar  considerablemente el número de contenedores disponibles, hasta llegar a una ratio de en torno a un contenedor por cada 300 habitantes, puesto que el siguiente flujo en importancia (el envase) está en una ratio de un contenedor por cada 100 habitantes, concluye Humana.

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